1.6.15

Los problemas de los niños: ¿cómo los afrontamos los adultos?

Por desgracia, los niños también tienen sus propios problemas que les causan sufrimiento: mi mejor amigo/a no me habla, no he llevado los deberes y la profesora me ha puesto una nota mala, mi compañero de clase me ha roto el cromo que me había llevado a clase, me da miedo que mis padres se mueran, y un largo etc. ¿Cómo afrontamos los adultos esos problemas de los niños? ¿Cómo les ayudamos a superarlos? 


Vamos a reflexionar sobre esto, pero imaginando ejemplos, que es como mejor se reflexiona. 

Imaginemos por un momento que nos ha pasado algo desagradable en el trabajo y nos encontramos muy mal de ánimo. Llamamos a una amiga para desahogarnos. Quedamos con ella, le contamos nuestro problema y nos responde algo así como (hay varias respuestas).

1. Puf! eso no es nada, ¿sabes lo que me ha pasado a mí? (y te cuenta lo que le ha pasado)
2. ¡Madre mía, qué delicada! ¡Siempre te estás quejando!
3. Vengaaa, ya está, ya pasó. Vamos a hablar de otra cosa para que te distraigas.
4. ¿Quéeeee? ¿Eso te ha pasado? ¡Qué fuerteeee! Si fuera yo haría esto y esto y esto. Y además lo que tendrías que hacer es esto otro...
5. Eso ha debido de ser muy desagradable. ¿cómo te encuentras? Sabes que puedes contármelo todo, que te escucho. Te puedes desahogar conmigo, yo te apoyo. ¿Y qué has pensado hacer?

  • ¿Cuál es la respuesta más frecuente que te suelen dar cuando cuentas un problema?
  • ¿Cuál es la respuesta que te gustaría que te dieran cuando cuentas un problema?

Ahora vamos a analizar la misma situación en la infancia: percibimos que nuestro hijo/a, sobrino/a, alumno/a... le pasa algo y está triste y le preguntamos qué le pasa, o bien viene él a contarlo sin que le preguntemos. Nos dice que le ha pasado una cosa muy mala. Un niño no le ha dejado jugar hoy en el recreo con él. Estas son algunas de las respuestas que podemos darle los adultos:

1. ¡Eso no son problemas!. Si yo te contara dificultades de verdad... Ya me gustaría a mí ser otra vez niño y tener esa clase de problemas. Aprovecha ahora que eres niño que cuando seas adulto conocerás los problemas de verdad.
2. Anda, tampoco será para tanto. ¡Que eres un quejica! Seguro que mañana te dejan jugar.
3. Venga, ya pasó. Te buscas otros amigos y ya está. Sigue viendo la tele que te despejes, que yo voy a hacer la cena, que tengo prisa y es tarde ya. 
4. ¿Quéee? ¿Que no te han dejado jugar? ¡¿pero quién se creen que son para no dejar jugar a mi niño/a?! Mañana se lo dices a la profesora y ya los pillaré al salir de clase que les pienso reñir cuando los vea.
5. ¿No te han dejado jugar? ¿y cómo te has sentido? Que no te dejen jugar es algo muy desagradable, porque uno se siente que no lo quieren o que no es bueno jugando. ¿te has sentido así? También puedes tener ganas de llorar y sentirte muy triste, o muy muy enfadado. ¿cómo te has sentido tú?
¿Por qué crees que no te ha dejado jugar? Puede que el niño/a no haya tenido un buen día... lo mismo discutió por la mañana con sus padres.

  • ¿Cuál crees que es la respuesta que sueles dar a tu hijo/a?
  • ¿Cuál crees que es la respuesta más respetuosa y que le va a ayudar más a superar sus dificultades? 


Todos los niños tienen preocupaciones y problemas. Todos. Y la forma de afrontar esos problemas en la niñez marcará la forma para afrontar los problemas adultos. Los padres tienen un importante papel en esta labor y son quienes pueden enseñar un afrontamiento adecuado o inadecuado. 

Vamos a analizar una por una las respuestas anteriores, las que nos dan, tanto a los adultos como a los niños cuando contamos un problema y cómo repercute en nosotros cada una de ellas. 

1. Quitar importancia al problema y compararlo con los nuestros. La persona que escucha esta respuesta al contar su problema no se siente escuchada. Además se puede sentir culpable por dar importancia a algo que, según te está diciendo la persona en quien hemos confiado nuestro problema, no tiene importancia. Los niños que suelen escuchar esta respuesta pronto dejan de contar sus problemas porque no se sienten escuchados y comprendidos. Suelen sentir que sus problemas no son tan importantes como los de los demás y no merece la pena compartirlos.

2. Criticar a la persona y creer en la solución espontana del problema. Muchos adultos tachan de quejicas a los niños. Y muchos adultos tachan de quejicas a otros adultos. Pero esto no es una buena manera de escuchar al otro. Y creer que un problema se va a solucionar de forma espontanea no es una buena forma de afrontar un problema. Cuando los niños suelen recibir esta respuesta, suelen dejar de mostrar sus sentimientos por vergüenza y miedo a la crítica. Además, aprenden a afrontar los problemas de forma pasiva, sin hacer nada para cambiar y esperar a que se solucione por el paso del tiempo. Esto es una forma bastante negativa de hacer frente a un problema.

3. Desviar la atención del problema. Muchas veces se suele dar esta respuesta. La creencia es si no hacemos caso al problema, no hay sufrimiento. Pero claro, el problema no desaparece. Y esto no es un buen método, de hecho puede ser muy perjudicial que los niños aprendan a afrontar los problemas de este modo. Mientras son niños, pueden refugiarse en los juegos y amigos para evadir problemas y distraerse, pero si sólo los afrontan así, de adolescentes y adultos pueden empezar a refugiarse en las drogas y el alcohol y esto ya es más grave. Además, el niño que recibe esta respuesta no se siente escuchado y posiblemente dejará de informar de sus problemas.

4. Magnificar el problema e imponer soluciones. Para el niño que escucha esta respuesta puede haber un alivio rápido del sufrimiento, porque se siente escuchado y protegido, pero no es adecuada. Que el adulto de la solución o peor aún, medie entre los conflictos con los amigos no es buena idea, porque el niño no aprende a solucionar sus problemas por sí mismo (siempre que la integridad de un menor no se vea comprometida. Si esto es así, el adulto debe intervenir). Los niños que obtienen este tipo de respuestas al hablar con un adulto de sus problemas, suelen aprender a solucionarlos siempre con la ayuda de otro y se pueden volver dependientes. Además, aprenden a magnificar los problemas, lo que les supone un incremento del sufrimiento.

5. Practicar la escucha activa, sin imponer soluciones, preguntando y realizando validación emocional.  Las personas que obtienen este tipo de respuesta se sienten escuchadas, valoradas y respetadas. Casualmente, esto es lo que desea obtener toda persona que cuenta su problema a alguien. Practicar la escucha activa no es tarea sencilla, requiere estar al 100% con la otra persona, si es un niño a su altura, escuchando con todos los sentidos, haciendo preguntas sobre lo que te está contando, asintiendo con la cabeza... ¡No vale escuchar un problema de un niño mientras fregamos los platos o barremos la cocina! ¡Eso no es escuchar con respeto!. La validación emocional sería el poner palabras a cómo se siente en ese momento el niño. Sería validar sus emociones. Muchas veces podemos quitar importancia a lo que nos dice y no damos importancia a lo que en ese momento está sintiendo. Por ejemplo con los deberes. Muchas veces los niños están agobiados y nosotros le podemos quitar importancia sin darnos cuenta. Hay que ponerle palabras a lo que están sitiendo y decirles que entendemos que ante esa carga de deberes estén estresados y de mal humor.  Los niños no saben de emociones y sentimientos y es muy importante que lo aprendan desde su propia experiencia. Poner palabras a lo que está sintiendo ("seguro que te sientes triste..., puedes sentir ganas de llorar, puedes sentir rabia y enfado...") es la mejor forma de desarrollar una buena inteligencia emocional. 

Los niños aprenden también por observación, no nos olvidemos. Somos los espejos en los que se miran nuestros hijos. Por eso es importante actuar en consecuencia y tener claro que la forma en la que afrontamos como adultos nuestros propios problemas influirá en la forma en la que afrontarán nuestros hijos los suyos. Así que no queda otra que educar con el ejemplo. 



Espero haberte hecho reflexionar sobre este tema para mí muy importante. Si te ha gustado el post, compártelo en tus Redes Sociales y no olvides dejarme tu opinión  en un comentario. ¡Me interesa mucho!

Buen comienzo de semana ;)



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