30.3.15

Beneficios de los juegos de mesa: NUEVA SECCIÓN


Imagen cogida de Morguefile

Cuando hay una reunión de amigos y alguien propone jugar a un juego de mesa hay dos tipos de reacciones: quienes reflejan en su cara un entusiasmo cual niño al que le acaban de decir que lo llevan a World Disney y quienes su cara se transforma en un semblante sin emoción más propio de un funeral que de un juego. Generalmente, los niños que juegan con sus padres o familiares y disfrutan con los juegos de mesa, son luego adultos que siguen disfrutando con ellos. ¿Tú disfrutas o te aburren?

 Algunos pensarán que son sólo juegos y que podemos divertirnos haciendo otra cosa... Sí, por supuesto. Pero los beneficios que aportan los juegos de mesa no los aportan otro tipo de ocio (cada cosa tiene lo suyo, lo importante es el equilibrio). Viéndolos desde un punto de vista psicológico, aportan muchos beneficios a nuestro cerebro. 

Así, me defino como una defensora a ultranza de los juegos de mesa. He jugado toda la vida, me divertían de niña, me divierten de adulta y los suelo utilizar en las terapias con los niños TDAH con unos resultados muy satisfactorios.

10 BENEFICIOS GENERALES DE JUGAR A JUEGOS DE MESA CON LOS NIÑOS (y adultos)

  1. Se juega siempre en compañía. Somos seres sociales, por lo que se estimula nuestra parte social. Permiten pasar un buen rato con la familia o los amigos, lo que beneficia las relaciones sociales, a través de un clima de juego agradable. Refuerzan el vínculo.
  2. Ofrecen otra alternativa a las nuevas tecnologías. Muchos niños pasan horas y horas enganchados a las consolas, tablets, móviles. Esto produce una sobreestimulación nada beneficiosa para sus cerebros, ya que se acostumbran a una estimulación potente y constante, lo que desemboca en aburrimiento en otras actividades menos estimulantes para ellos.
  3. Aprenden a ganar y a perder. Es una regla fundamental en la vida: a veces se gana y otras veces se pierde. Cuando el adulto juega con el niño, en la mayoría de juegos puede manipularlos para que éste gane o pierda. Esto está muy bien, porque permite que el niño vivencie ambas situaciones. No es adecuado dejar que el niño gane siempre. Tampoco son tontos y darse cuenta que los están dejando ganar es cuanto menos desmotivador.
  4. Aprenden a integrar las reglas de juego. Otra lección importante: hay unas reglas que no se deben saltar. Hay que interiorizarlas y respetarlas para que el juego se desarrolle adecuadamente. Si no, no es tan divertido, pues se desencadenan conflictos. 
  5. Se cultiva otra opción para divertirse de niños y de adultos. Una persona que se divierte con muchas cosas tiene menos probabilidad de aburrirse y por lo tanto tiene más probabilidad de disfrutar de la vida. 
  6. Se generan endorfinas.  Las endorfinas son las hormonas de la felicidad. Jugar y pasarlo bien hace que nuestro cerebro genere estas hormonas. ¿Por qué nos benefician?: promueven la calma, crean estados de bienestar, estimulan el sistema inmunitario, mejoran el humor, reducen el dolor, reducen la presión sanguínea, contrarrestan los niveles elevados de adrenalina asociados a la ansiedad...
  7. Nunca olvidas con quién jugabas. Pasarán años, pero siempre te acordarás de las tardes de verano jugando con tu abuela a las cartas, de los fines de semana jugando al Monopoly con tus amigos, de las noches de los sábados jugando con tus padres y hermanos al parchís... Los buenos recuerdos perduran en el tiempo.
  8. Son económicos. Hay de todos los precios, claro está, según el modelo, pero hay muy muy económicos, tanto en sus versiones originales como en sus imitaciones. Y además...
  9. No pasan de moda. El único requisito es que no se pierdan las piezas. Eso es lo más importante. Por lo demás, las reglas son las mismas y los juegos perduran por los siglos de los siglos. Así que si tienes uno de tu infancia, desempólvalo y disfrútalo con tus hijos.
  10. Estimulan el cerebro. Cada juego de mesa estimula el cerebro de forma diferente. Son puros ejercicios de estimulación cognitiva, sólo que maquillados en forma de juego. Algunas de las funciones que se estimulan: atención, memoria, planificación, estrategia, pensamiento lógico, lectura, cálculo, escritura, motricidad, tiempo de reacción, empatía... 

LOS JUEGOS DE MESA HOY EN DÍA

A lo largo de la Historia los juegos de mesa se han utilizado como entretenimiento. Los arqueólogos han encontrado restos de este tipo de juegos entre las ruinas del Antiguo Egipto, Roma y Grecia. Hace unas décadas era uno de los juguetes estrella cada Navidad y eran muy usados en las familias para su tiempo de ocio. Juegos como las cartas, el parchís o el dominó han entretenido las sobremesas y las tardes de millones de familias. Pero hoy ya no son tan usados. Es difícil ver a niños reunidos en una mesa jugando. La imagen normal es estar reunidos ante una pantalla.
Cuando pregunto a los niños si suelen jugar a juegos de mesa en casa la respuesta suele ser que no porque sus padres no quieren jugar. Suelen tener en casa un montón, pero no los utilizan ¿Para qué sirve un juego si no se juega? Desde aquí hago una reivindicación de los juegos de mesa, para que se juegue en familia y vuelvan a tener un papel relevante en el ocio familiar como hace años.

Foto cogida de Morguefile

NUEVA SECCIÓN: Hoy jugamos a...

Sí, estreno nueva sección para poner un granito de arena en esta causa que me he sacado así sin más del bolsillo. Por mi parte, voy a analizar cada miércoles un juego de mesa o juego popular, explicando cómo lo trabajo y qué se estimula con cada uno, para que cuando juguéis con vuestros hijos, alumnos o pacientes tengáis claro qué estáis estimulando. Empiezo este miércoles, así que atent@s y a aprovechar el tiempo de vacaciones para desempolvar vuestros juegos y disfrutarlos. 

¿A qué jugáis vosotros?

27.3.15

Viernes de cuento: El círculo del 99

¡Ya es viernes!, viernes de Dolores, viernes de vacaciones para algunos, viernes inicio del fin de semana para otros... En cualquier caso, día especial para disfrutar de otro cuento. Este cuento es para meditar atentamente. Que lo disfrutes.


EL CÍRCULO DEL 99

Un rey que se encontraba muy triste tenía un sirviente que era muy feliz. Despertaba al rey, cantando alegres canciones y su actitud para con la vida era simple y serena.
El rey le dijo un día:” ¿cuál es el secreto de tu alegría”. Él respondió: “Majestad, no tengo razones para estar triste. Tengo a mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados por su alteza ¿cómo no estar feliz?”.
 
El rey no consiguió explicarse como el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de sobras. Entonces llamó al más sabio y le dijo:

-¿Por qué él es feliz?
-Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo

-A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz. 
-Así es. 
-¿Y cómo salió?
-Nunca entró
-¿Qué circulo es ese?
-El círculo del 99.
-Verdaderamente, no te entiendo nada.
-La única manera para que entendiera, sería mostrártelo en los hechos.
-¿Cómo?
-Haciendo entrar a tu paje en el círculo.
-Eso, obliguémoslo a entrar.
-No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.
-Entonces habrá que engañarlo.
-No hace falta, Su Majestad. 
-Si le damos la oportunidad, él entrará solito. Son pocos los hombres tan grandes que son capaces de resistir.
-¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
-No, al contrario. Pensará que es su fortuna.
-Y después, cuando se sienta infeliz, ¿no podrá salir?
-Sí podría, pero muy pocos hombres son capaces de lograrlo. 
-¡Qué esperas, hagamos la prueba!.
-Majestad, ¿Está dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo?
-Sí.
-Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. ¡99!
-¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso? Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.
-Hasta la noche.

  


Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: “Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie cómo lo encontraste.” Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse. Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban desde atrás de unas matas lo que sucedía. El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados de la puerta, y entró en su casa. El rey y el sabio se arrimaron a la ventana para ver la escena.

El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado sólo la vela. Se había sentado y había vaciado el contenido de la bolsa sobre la mesa. Sus ojos no podían creer lo que veían, ¡Era una montaña de monedas de oro! Él, que nunca había tocado una de estas monedas, tenía hoy una montaña de ellas para él. El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar la luz de la vela sobre ellas. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60 hasta que formó la última pila: ¡¡¡9 monedas!!! Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa.“No puede ser”, pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja. ¡Me robaron! -gritó- ¡¡¡me robaron, malditos!! Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro ¡sólo 99!. "99 monedas es mucho dinero”, pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo, pensaba. Cien es un número completo pero noventa y nueve, no. 



El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus, por el que se asomaban los dientes. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguno de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien?.  Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más. Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario. “Doce años es mucho tiempo”, pensó. Quizás pudiera decirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de todo, él terminaba su tarea en palacio a las cinco de la tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello. Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. ¡¡¡Era demasiado tiempo!!! Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender.... vender.... Vender.... estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno?¿Para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien. 


El rey y el sabio, volvieron al palacio. El paje había entrado en el círculo del 99... Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche. Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando y amargado. 

-¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo. 
-Nada me pasa, nada me pasa.
-Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo. 
-Hago mi trabajo, ¿No? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también? 

No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un paje del círculo del 99.

                                                                                   FIN

Aquí os dejo la historia narrada, que tiene su encanto especial.

 ¿Qué te ha parecido la historia? ¿Te suena? La sociedad en la que vivimos nos invita sutilmente a meternos dentro del círculo: tengo que ahorrar para tener móvil de última generación, coche nuevo, casa enorme, última tecnología, no me caso o no tengo hijos hasta que no tenga casa propia, coche... y un largo etc. Una vez que lo conseguimos nos volvemos a meter en otros círculos. La consecuencia es que no disfrutamos de lo que tenemos y ponemos la vista en lo que no tenemos y deseamos y eso nos lleva a trabajar más y más. 
¿Cuál es tu reflexión? 

Buen fin de semana
MªJosé

25.3.15

¿Qué es la depresión postparto?

Se suele decir que tener un bebé es lo más maravilloso del mundo, que una madre con su bebé es la mujer más feliz de la tierra. ¿Siempre es así? Desgraciadamente no. Son muchas las madres que una vez tienen a su bebé en los brazos se sienten angustiadas, tristes y todo se les hace cuesta arriba. Además de estos sentimientos de tristeza, suelen experimentar también culpabilidad, por no sentir esa felicidad que todas las madres deben tener. 

 

¿A qué llamamos depresión postparto?

La depresión post-parto es una depresión que cursa de moderada a intensa en una mujer después de haber dado a luz. Puede producirse tanto a los pocos días del parto como hasta un año más tarde, aunque suele manifestarse dentro de los primeros tres meses posteriores al parto.

¿Cuáles son sus causas?

La causa exacta de la depresión postparto se desconoce. Pero se achaca a los cambios hormonales que toda mujer experimenta durante el embarazo tras dar a luz y a los cambios en la situación que se vive (cambios sociales y laborales, falta de sueño, tener menos tiempo y libertad para una misma, preocupaciones de si se va a ser una buena madre, etc.)

¿Cuáles son sus síntomas?

Tristeza, llanto frecuente, a veces sin ningún motivo aparente, pérdida del apetito o comer en exceso, falta de sueño o dormir demasiado, falta de energía, pesimismo, ansiedad, falta de interés en el bebé o demasiada preocupación por él, dificultad para concentrarse, trastornos digestivos, dolores de cabeza, falta de interés en la mayoría de las actividades, problemas para realizar las tareas en el hogar o el trabajo, pensamientos de muerte o suicidio, sentirse retraída o desconectada, agitación e irritabilidad y sentimientos de inutilidad o culpa son los principales síntomas de la depresión post-parto.

Aún así, si has dado a luz y experimentas alguna de estas señales no te preocupes, ya que eso no significa que padezcas depresión postparto y es totalmente normal.

Diferencia entre depresión postparto y “depresión puerperal”

Como hemos dicho antes, el cambio hormonal y situacional de la recién mamá hace que experimente sentimientos desagradables que no esperaba. Los sentimientos de ansiedad, irritación, tristeza con llanto e inquietud son comunes en las dos primeras semanas después del embarazo. Estos sentimientos a menudo se denominan "depresión puerperal” y suelen desaparecer pronto, sin necesidad de tratamiento.

Hablamos de depresión posparto cuando la depresión puerperal no desaparece o cuando los signos de depresión comienzan uno o más meses después de dar a luz.

Consecuencias de la depresión postparto

Una mujer con depresión postparto requiere tratamiento adecuado y una ayuda extra por parte de su entorno, debido a sus consecuencias como: ser incapaz de cuidar de su bebé o de sí misma, sentir temor a quedarse sola con el bebé, tener sentimientos negativos hacia el bebé o incluso pensar en hacerle daño (Aunque estos sentimientos son bastante alarmantes, casi nunca se materializan. No obstante, debe comentarse al médico inmediatamente.), y preocuparse intensamente por el bebé o tener poco interés en él.

¿Cómo afrontarla?

Una madre primeriza que tenga cualquier síntoma de depresión posparto debe ponerse en contacto con el médico o el personal de enfermería enseguida para conseguir ayuda.

Algunas sugerencias útiles pueden ser:
  • Pide ayuda a tu pareja, familia y amigos con las necesidades del bebé y el hogar.
  • No escondas tus sentimientos. Habla acerca de ellos con tu pareja, familia y amigos.
  • No hagas ningún tipo de cambios mayores en tu vida durante el embarazo o inmediatamente después de dar a luz.
  • No intentes hacer demasiado o ser perfecta.
  • Descansa todo lo que puedas. Aprovecha y duerme cuando el bebé esté durmiendo.
  • Habla con otras madres o únete a un grupo de apoyo. Asistir a un curso de masaje infantil viene muy bien para esto, porque a la vez que se aprende a interactuar con el bebé de una forma agradable y adecuada, se comparten miedos e inquietudes con otras madres en la misma situación.
  • Si te agobian las visitas, establece un horario para recibirlas, así estarás preparada y experimentarás menos ansiedad.
  • Recuerda que la que acaba de dar a luz eres tú y eres quien debe de poner los límites para recuperarte bien.

El tratamiento propiamente dicho de la depresión postparto incluye fármacos, terapia o ambos. Mi recomendación es que además de fármacos (si se prescriben), siempre se use terapia (con ningún efecto secundario y muy efectiva en estos casos).

¿Cuándo acudir a un profesional?

Acude a un profesional si experimentas algo de lo siguiente:
  • Tu depresión puerperal no desaparece después de dos semanas.
  • Los síntomas de depresión se vuelven más intensos.
  • Los síntomas de depresión empiezan en cualquier momento después del parto, incluso muchos meses más tarde.
  • Te sientes incapaz de cuidar de ti misma o de tu bebé.
  • Tienes pensamientos de hacerte daño a ti misma o a tu bebé.
  • Tienes pensamientos extraños, alejados de la realidad o empiezas a oír o ver cosas que otras personas no ven ni oyen.
No tengas miedo de buscar ayuda inmediatamente si tienes alguno de estos síntomas. Tanto a ti como a tu bebé os vendrá muy bien.

23.3.15

10 consejos para afrontar la ansiedad en el embarazo



           El embarazo es una etapa especial por la que la mayoría de mujeres pasa. Aunque es una experiencia maravillosa, no siempre es vivida así por las futuras madres. Preocupaciones como si nacerá bien,  si se llegará a ser buena madre o cómo se conciliará la vida laboral y familiar, entre otras cosas, facilita que la futura mamá experimente ansiedad.  




¿Cómo puedes reducirla? 

  1. Descansa todo lo que necesites. Es bien sabido que las embarazadas pueden necesitar un descanso extra. Tómatelo al pie de la letra. Si notas que tienes que parar, PARA. Lo que no esté hecho, ya se hará. Lo principal es que estés bien tú y tu bebé y para eso hay que tomarse la vida con más calma y saber parar.  
  2. Practica ejercicios de respiración. Una buena oxigenación de nuestra sangre nos aporta claridad mental, favorece la concentración y nos ayuda combatir el insomnio y las situaciones de estrés. Para practicar un buen ejercicio de respiración hay sentarse de forma relajada, con la espalda recta, ya sea en una silla o en el suelo. Se recomienda llevar ropa cómoda y quitar cualquier complemento que nos moleste (reloj, pulseras...). Si se puede poner una música relajante mucho mejor. Se cierran los ojos y nos concentramos únicamente en la respiración, que se hará sólo por la nariz o bien por la nariz-boca (inspirando por la nariz y soltando el aire por la boca, muy lentamente). Debemos prestar especial atención cuando soltemos el aire, ya que esto debe hacerse muy lentamente, sobre todo si lo hacemos por la boca. Un ejercicio práctico para ver si soltamos el aire por la boca de forma adecuada sería el situarse delante de una vela encendida y soltar el aire haciendo que la llama se mueva suavemente, pero que no se apague. Al inspirar, llenaremos primero la parte inferior de los pulmones, bajando el diafragma y sacando el abdomen. Al expulsar el aire, meteremos el abdomen para adentro y subiremos el diafragma. Este ejercicio se repetirá todos los días (una o más veces) durante varios minutos. Todo esto puede ser complicado al principio, pero con la práctica lo harás de maravilla. Muy importante: la respiración debe ser natural, sin forzar. 


  3. Saber pedir ayuda. Hay personas a las que les cuesta trabajo pedir ayuda. Si piensas que no necesitas ayuda nunca o te da vergüenza pedirla, debes de aprender a hacerlo. Una mujer embarazada puede necesitar una ayuda extra. Eso no significa que te estés aprovechando. Si te ves exhausta y necesitas que alguien te tienda una mano, pídela. Quienes más te quieren te ayudarán de corazón. 
  4. Comparte tus preocupaciones. Cuando compartimos las preocupaciones que tenemos, éstas se hacen más pequeñas. Es como si dentro de nosotros se va hinchando un globo que no nos deja respirar, que aumenta de tamaño cada vez que pensamos en lo que nos preocupa, pero una vez que lo cuentas, ese globo se desinfla y nos sentimos aliviados. Para hacerlo, debes elegir bien a la persona a la que le vas a contar tu preocupación, que sean de confianza y que entienda sobre el tema que quieres compartir. Ya verás qué bien te sientes después. No nos olvidemos que “El miedo es una lupa que convierte a lagartos en dragones” y nada mejor que contarlo para darnos cuenta.
  5. Regálate momentos especiales. Los momentos especiales no tienen por qué ser caros ni ocupar mucho tiempo. Son pequeñas cosas que nos gustan y que no hacemos con normalidad. Nuestros “pequeños placeres”. Cada una tiene los suyos, ya que a cada persona nos gusta una cosa. Algunos ejemplos: darse un baño relajante, ver una película que llevas tiempo queriendo ver (evita las de acción fuerte, los dramas intensos o las pelis de miedo. Mejor comedia), dar un paseo y disfrutar del tiempo, cocinar, quedar con las amigas, tomar un dulce (con moderación siempre)…y un largo etc. ampliable dependiendo de la imaginación de cada una. 
  6. Prepárate para el parto. El momento del parto suele ser algo que preocupa mucho a las futuras mamás. Informarse bien sobre cuáles son las opciones que hay y cómo se puede afrontar ese momento proporciona a la mujer sensación de control y seguridad. Eso se va a traducir en una disminución notable de la ansiedad ante este momento. Recuerda no dejarte influenciar por las experiencias negativas de otras mujeres. Cada embarazo y parto es único y especial y cada persona lo vive de una manera. Piensa y siente a menudo que el tuyo irá de maravilla. 
  7. Lleva una dieta equilibrada. Esto es esencial. “Somos lo que comemos”, ya lo dijo Ludwig Feuerbach, filósofo y antropólogo alemán. Depende de lo que comamos así nos sentiremos. Hay cientos de artículos que hablan de esto por internet o en revistas y libros. Busca e infórmate. Comiendo adecuadamente te sentirás mejor y más animada, ya que te proveerás de vitaminas, minerales y oligoelementos necesarios para tu embarazo. Evita las calorías vacías, que son las que provienen de aquellos alimentos que lo que más aportan es grasa y calorías (bollería industrial, galletas, dulces...).
  8. Practica ejercicio regular. Esto también es importante y parece que suele olvidarse. Hacer ejercicio libera endorfinas, las hormonas de la felicidad. Y ser feliz es incompatible a sentir estrés. No se puede estar estresada y sentirse feliz. Además, tu cuerpo te lo va a agradecer cuando el pequeñín o pequeñina que llevas dentro empiece a crecer. Te vas a sentir menos pesada que si no practicas ningún ejercicio, retendrás menos líquidos y tu espalda se resentirá menos. Andar, la natación, el yoga para embarazadas son algunos ejemplos con los que te puedes animar. Pero antes de nada, pregunta a tu médico. 
  9. Rodearse de humor y positivismo: Reírse también genera endorfinas. Así que mejor ver una película de risa que de miedo o tristeza. Mejor rodearse de personas optimistas que pesimistas, mejor leer un libro divertido que una novela aburrida o que genera sentimientos tristes y mejor reírse de una misma que estresarse por cosas que no podemos controlar. Si en la mayor parte de nuestro tiempo intentamos hacer esto, nos vamos a sentir mucho mejor y con menos ansiedad, y nuestro nivel de bienestar va a aumentar considerablemente. 
  10. Vivir el presente. Si te paras un momento a pensar qué es lo que te preocupa “ahora mismo” seguro que no es nada que te esté pasando en este mismo momento. De hecho, ahora mismo estás plácidamente leyendo este artículo. Lo que nos suele preocupar son cosas que aún no han ocurrido, y que ni siquiera sabemos si ocurrirán como nos las imaginamos, o cosas que ya sucedieron y por lo tanto pertenecen al pasado y no podemos cambiar. Disfruta del momento presente. Si estás cocinando, cocina; si estás descansando, descansa; si estás charlando con una amiga, charla. Intenta no hacer varias cosas al mismo tiempo y concéntrate en todo lo que hagas, intentando apartar pensamientos incómodos. 
Si aplicando todo esto no logras que tu ansiedad disminuya, te aconsejo que acudas a un/a psicólogo/a perinatal que pueda ayudarte de forma adecuada.


MªJosé Barquero

20.3.15

Nueva sección: "Viernes de cuento"

¡Por fin viernes! Aunque ayer en algunas comunidades fue fiesta, como aquí en Murcia, se agradece que ya empiece el fin de semana ;) (¿a quién le amarga un dulce?). 



Hoy inauguro en el blog una nueva sección: los "Viernes de cuento". Me encantan los cuentos y creo que tienen un poder terapéutico increíble. Muchas veces, alguien nos dice lo que deberíamos hacer, pero lo olvidamos. Sin embargo, cuando oímos o leemos un cuento y lo analizamos, al encontrarnos en la situación que se describía en él, éste nos asalta a la cabeza y nos hace pensar. Por eso, todos los viernes voy a publicar un cuento. Cada semana con significados diferentes y para trabajar distintas cosas. Un mismo cuento puede interpretarse de diferentes formas y utilizarse en diferentes situaciones, dependiendo de la persona que lo lea o escuche. 

“LOS CUENTOS NOS SIRVEN PARA DORMIR A LOS NIÑOS PERO TAMBIÉN PARA DESPERTAR A LOS ADULTOS". (Jorge Bucay, 2008)

Y quiero empezar con este cuento la sección:

Las ranitas en la nata
         
Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata. Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. 
Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.
Una de ellas dijo en voz alta: "No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril".
 Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con con rapidez siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco. La otra rana, más persistente o quizá más tozuda se dijo "¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. 
Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora". Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas. 
Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla. Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente. 

Hay veces que tiramos la toalla ante el primer contratiempo pero la experiencia dice que hay que luchar hasta el último suspiro porque aunque no se consigan los objetivos establecidos nuestras conciencias se quedaran tranquilas...             



Hace tiempo que lo leí y lo llevo conmigo desde entonces. Cada vez que me encuentro ante una situación difícil y me aparece el mensaje de "abandonar", me acuerdo de repente del cuento y me da fuerza para seguir adelante. Espero que a ti también te ayude en cualquier momento que lo necesites.  Para mí fue en los estudios donde más me ayudó. En cada época de exámenes lo recordaba y me sirvió para no abandonar muchas veces.

Y a tí ¿en qué crees que te puede ayudar o te ha ayudado este cuento?

Buen fin de semana,
MªJosé