¡Por fin viernes! Aunque ayer en algunas comunidades fue fiesta, como aquí en Murcia, se agradece que ya empiece el fin de semana ;) (¿a quién le amarga un dulce?).
Hoy inauguro en el blog una nueva sección: los "Viernes de cuento". Me encantan los cuentos y creo que tienen un poder terapéutico increíble. Muchas veces, alguien nos dice lo que deberíamos hacer, pero lo olvidamos. Sin embargo, cuando oímos o leemos un cuento y lo analizamos, al encontrarnos en la situación que se describía en él, éste nos asalta a la cabeza y nos hace pensar. Por eso, todos los viernes voy a publicar un cuento. Cada semana con significados diferentes y para trabajar distintas cosas. Un mismo cuento puede interpretarse de diferentes formas y utilizarse en diferentes situaciones, dependiendo de la persona que lo lea o escuche.
“LOS CUENTOS NOS SIRVEN PARA DORMIR A LOS NIÑOS PERO TAMBIÉN PARA DESPERTAR A LOS ADULTOS". (Jorge Bucay, 2008)
Y quiero empezar con este cuento la sección:
Las ranitas en la
nata
Había una vez dos
ranas que cayeron en un recipiente de nata. Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar
demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas.
Al principio, las
dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era
inútil; sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que
cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.
Una de ellas dijo en voz alta: "No puedo más. Es imposible salir de aquí.
En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar
este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo
estéril".
Dicho esto, dejó de patalear y se
hundió con con rapidez siendo literalmente tragada por el espeso líquido
blanco. La otra rana, más persistente o quizá más tozuda se dijo "¡No hay
manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa.
Sin embargo, aunque se acerque la
muerte, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quiero morir ni un segundo
antes de que llegue mi hora". Siguió pataleando y chapoteando siempre en
el mismo lugar sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas.
Y de pronto, de tanto patalear y
batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla. Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del
recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente.
Hay veces
que tiramos la toalla ante el primer contratiempo pero la experiencia dice que
hay que luchar hasta el último suspiro porque aunque no se consigan los
objetivos establecidos nuestras conciencias se quedaran tranquilas...
Hace
tiempo que lo leí y lo llevo conmigo desde entonces. Cada vez que me
encuentro ante una situación difícil y me aparece el mensaje de
"abandonar", me acuerdo de repente del cuento y me da fuerza para seguir
adelante. Espero que a ti también te ayude en cualquier momento que lo
necesites. Para mí fue en los estudios donde más me ayudó. En cada
época de exámenes lo recordaba y me sirvió para no abandonar muchas
veces.
Y a tí ¿en qué crees que te puede ayudar o te ha ayudado este cuento?
Buen fin de semana,
MªJosé
Hola, Maria José, me gustan los cuentos de Jorge Bucay, porque como dices, ayudan a despertar a los adultos. Este también me ayuda en los momentos difíciles. En mi blog yo presento otro de ellos.Felicidades por el tuyo.Un beso.Paki Mayor.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario Paki. Los cuentos siempre ayudan. ;)
ResponderEliminarLeí el tuyo. Me encanta también.
Un beso ;)
MªJosé
Me gusta a mi esto de los viernes de cuento :) me lo apunto!!!
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